Entrevista a Alberto Vázquez: “Cuando en esta sociedad te marcan de diferente, siempre es para peor”

alberto

Tras su paso por el Teatro Flumen de Valencia, Alberto Vázquez regresa a Madrid junto con el elenco de La Jaula de Grillos, el espectáculo que da comienzo al World Gay Pride. Guillermo Názara se reúne con el actor para hablar de esta producción a favor de la libertad y la aceptación, en la que interpreta a uno de los personajes más reivindicativos de su carrera.

Un matrimonio gay que regenta un club de drags organiza una cena con una pareja ultraconservadora. Aunque la historia se escribió en los 70, sigue sonando actual…

La problemática sigue siendo la misma, todavía hay mucha intolerancia. Aún nos queda muchísimo por avanzar, pero no solo en el ámbito de la homosexualidad. Cuando te marcan de diferente en esta sociedad, siempre es para peor. En vez de valorar lo maravillosa que puede ser una persona, prefieren hacerle bullying. La palabra “maricón” siempre ha sido uno de los recursos favoritos para reírse de alguien. Hoy en día sigue siendo igual: aquí están matando a gente por su condición sexual. Cada semana hay grupos de “machitos” que se divierten dando palizas a gente del colectivo LGTB. Esta obra refleja un problema muy actual, además de tener un mensaje absolutamente humano: aceptación, humildad y amor. La lucha por uno mismo termina por dar buenos frutos.

No obstante, a pesar de la LGTBfobia, parece que la temática drag es una de las más recurridas en el espectáculo últimamente…

Solo las drags pueden dar esta explosión de colorido. Nadie puede vestirse, maquillarse y atrezarse como ellas. Son las grandes vedettes de la revista de antaño, y además afrontan un riesgo físico y escénico al que no todo el mundo se puede enfrentar: todos tenemos la imagen de la drag bajando rápidamente las escaleras casi sin mirar, subida sobre sus taconazos y envuelta de plumas medio desnuda. El público sigue queriendo divertirse y reírse, y las drags potencian precisamente eso sobre el escenario. Me imagino que también tiene que ver con la moda: la temática gay está en boga en los musicales, y es algo de lo que yo me alegro muchísimo (porque además da mucho más juego).

Más de 100 trajes y 60 pelucas en escena. Si algo caracteriza esta producción es su espectacularidad.

Es un auténtico milagro de nuestro vestuarista, Fidel David, un chico jovencísimo que ha hecho a mano varios de los trajes y gran parte del atrezo. Paraguas, abanicos, tocados… todo está elaborado artesanalmente; un proceso que lleva horas y del que se ha ocupado él solo. Muchas veces tenemos que llevar varios trajes superpuestos (hasta 3 o 4) para poder afrontar cambios de escena muy rápidos, y toda esta agilidad se debe gracias a él, que está en el backstage para ayudarnos. Gracias a eso, la gente piensa que hay mucha más gente sobre el escenario de la que en realidad hay.

¿Se sufre durante la función con semejante ajetreo?

Es muy dura de hacer. En mi caso, llevo tacones altísimos, pelucas imposibles y unas pestañas que a menudo me impiden ver bien; varias veces me muevo casi por pura intuición. En el caso del ensamble, tienen que bailar coreografías muy complicadas luciendo trajes similares. Cuando empezamos a ensayar la obra, fue todo un dilema intentar salvar el vestuario con semejantes números de baile; afortunadamente no ha muerto nadie ni ninguna peluca ha salido disparada hacia la cabeza de algún espectador.

Más allá del argumento, ¿os habéis inspirado en alguna de las versiones predecesoras?

En mi caso, la película francesa, de la que soy un gran fan. Me tiene tan enamorado que ni siquiera he querido ver la americana. Además, el protagonista de la versión original tiene muchos matices que yo he incorporado a mi interpretación. Y por otro lado, está toda la evolución que ha tenido la obra desde que la estrenamos hace un año. Lo que el público va a ver ahora no tiene nada que ver con lo que era en un principio; se ha ido enriqueciendo con hechos de la actualidad, bromas que han surgido de forma espontánea… Es un espectáculo absolutamente vivo y eso es muy bonito, porque hace que la gente sienta más la obra.

¿Por qué hay que ver esta versión de La Jaula de Grillos?

Todo lo que puede ocurrir en un escenario ocurre en La Jaula. Y además te vas con una lección preciosa, muy humana y muy bonita. Es muy hermoso que vengan familias completas a verlo y que todos se lo pasen igual de bien, desde la abuela hasta el nieto. Es un espectáculo muy blanco con un mensaje de aceptación, tolerancia, respeto y dignidad. Lo tiene todo. De hecho, hay mucha gente que repite hasta cuatro y cinco veces, ¡incluso hay uno que tiene el récord de diez!

Por Guillermo Názara (@MrNazara)

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