
En una época en la que la música se ha convertido en un lujo prohibido, un lugar clandestino decide desafiar la autoridad. Esta temporada, el IFEMA de Madrid se transforma la sede de la rebelión. Ha llegado el WAH Show, una colosal producción en la que teatro, música y gastronomía se dan la mano para crear un evento diferente. Guillermo Názara nos cuenta su visión sobre este montaje, en el que la función comienza antes que el propio espectáculo.
“Sin música, la vida sería un error”. Sabias palabras que nadie se atrevería a negar (al menos en mi presencia…). Lo que está claro es que la ausencia de musicales y otros grandes espectáculos ha dejado huella en Madrid; quizás a modo de señal, para recordarnos cuánto necesitamos el arte en nuestras vidas, especialmente en los momentos más difíciles. Pero no contentos con el mero regreso de este formato a la capital, aquí hay una producción decidida a llevar las emociones un paso (o quizás una experiencia) más allá.
Esta temporada, el IFEMA se transforma en un universo postapocalíptico, en el que la música es un placer clandestino cuyo disfrute supone arriesgar la propia vida. Y todo ello sin ni siquiera haber empezado el concierto… Si por algo destaca WAH Show, es por su esmero en hacer de un montaje teatral una auténtica vivencia. Tan solo hace falta un paso adentro del recinto para darnos cuenta de que así es. Un túnel de luz y oscuridad (y algún que otro susto) nos transporta súbitamente a un nuevo mundo, en el que la espectacularidad de su tematización (sin haber entrado aún en el auditorio) nos demuestra que no se trata de una producción más.
Llegado el momento de la representación, nos adentramos en nuevo escenario, en todos los sentidos… Pues los límites entre la zona de intérpretes y la de los espectadores se irán desvaneciendo conforme avance la representación, si es que en algún momento existieron… Un arranque discreto y sencillo disfraza todo lo que vendrá después: una explosión de efectos visuales (a veces, brillantemente ejecutados) con los que respaldar un repertorio potente y variado.

De la ópera al rock, del jazz al heavy metal… Todo tiene cabida en esta producción. Pero no es ni mucho menos un contenedor aleatorio de canciones. El ritmo del relato y la elección de sus piezas han sido claramente una de las principales preocupaciones de sus creadores, que a su vez el elenco (en su mayoría) ha sabido defender con un altísimo nivel, tanto vocal como instrumental.
¿Hay algo entonces que le falte a este show? Pues sí, lo hay. Y es que aunque parte de una idea narrativa muy buena, es difícil entender ese universo clandestino en el que supuestamente nos movemos, si no hemos visto su publicidad o leído nada sobre el montaje antes de acudir. El concierto en sí empieza como una celebración de la música, que lo es, pero tendría más fuerza si hubiera más referencias (sobre todo al inicio) a esa dictadura contra la que van a luchar los artistas.
Dicho esto… ¿Es imprescindible para que este espectáculo funcione? Ciertamente no. Conozcamos o no su contexto, el WAH Show ya de por sí funciona como lo que es: un fastuoso y llamativo evento; pero sobre todo, un extraordinario homenaje al arte que más nos conmueve, aquel capaz de dominar como ningún otro nuestras emociones y nuestra forma de sentir: la música.
4/5 estrellas.
WAH Show se representa de miércoles a domingo en el IFEMA. Las entradas están disponibles en el siguiente link.
Por Guillermo Názara