Crítica de ‘The Poltergeist’: “Un choque de almas”

Philip Ridley es el autor y protagonista de este espectáculo unipersonal que trata del odio irrefrenable que alimenta los cimientos de una familia aparentemente amorosa. Guillermo Názara nos cuenta su opinión sobre la obra, en la que los fantasmas se suceden, pero de otra manera.

“Un espíritu que lanza objetos y hace ruidos fuertes”. No es tan aterrador en el diccionario como el sonido de la propia palabra. Polter-geist, un término alemán con el que se designa a esos fantasmas alborotadores que acechan en el interior de la casa, convirtiendo una vida aparentemente normal y agradable en una experiencia cicatrizante de miedo, desesperación e impotencia. Durante siglos, las sociedades se han sentido fascinadas por los relatos que tratan de lo sobrenatural; por alguna extraña razón, dan más crédito a las historias de lo desconocido que a las de lo que sí conocemos. El hecho es que los espectros y los demonios existen, y no es cuestión de creer. Pero aquellos cuya presencia ha sido ampliamente probada se materializan de una manera diferente, atormentando nuestras mentes a través de las afiladas piezas rotas de un pasado destrozado.

Poltergeist no es una obra sobre espiritismo, sino que trata temas del alma. No pertenece al género de terror, pero aun así el conflicto interior del protagonista es tan terrorífico como una película de monstruos más gore. No es un texto que trate de lo paranormal, pero sí cuestiona lo que es la normalidad dentro de un universo que, por muy personal que sea para el protagonista, es increíblemente universal. Protagonizada por Philip Ridley como único actor de la producción, la obra trata de una de las ocasiones más mundanas (incluso aburridas) que cualquiera puede tener en su vida: una reunión familiar. Sasha, un pintor en apuros del este de Londres, viaja con su novio a casa de su hermano para celebrar su cumpleaños. Sobrinas, suegros, vecinos entrometidos… todos están allí, con los cuchillos ya sacados para apuñalar a fondo y limpiamente a través de una cortina humeante de cortesía pesquera. Pero, ¿son de los parientes o de Sasha…?

Es precisamente ese relativismo el que eleva este texto a la fama. No es una historia del bien y el mal, de la luz y la oscuridad: es una trama que describe el sufrimiento cotidiano de la gente de a pie. Algo que le ocurre a todo el mundo, y de lo que también todos pueden aprender. Comenzando con una intensidad llamativa, tanto el guión como la actuación (crédito al mismo hombre) nos golpean a través de la representación de un tipo con probablemente más defectos que virtudes. No es agradable, pero nos cae bien; puede que no tenga razón, pero compartimos sus sentimientos; puede que no sea nuestro problema, pero nos importa. De alguna extraña forma, Sasha es un reflejo de nosotros mismos. Puede que le miremos con condescendencia, que le compadezcamos, pero la razón es que está más cerca de nosotros de lo que nos gustaría admitir, al menos en voz alta.

Los espectáculos unipersonales siempre encierran un montón de retos, cuyo peso aumenta cuando hablamos de obras que se sitúan en el lado más alternativo. Poltergeist no parece tener ningún problema con ellos. Con un ritmo exhilarante, Ridley consigue (y con creces) no sólo la monumental tarea de mantener a su público atrapado durante toda la velada, sino que además cambia magistralmente de registro mediante nano-segundos para representar tantos papeles, suplantaciones e incluso juegos de memorización como la mente del espectador pueda procesar. Verle actuar es, sin exagerar, un enorme placer, pues más que talento lo que se ve es un absoluto respeto y compromiso tanto con su público como con su trabajo.

El sufrimiento de sentirse el raro de tu grupo ha sido un tema más que recurrente en la ficción, pero las formas en las que puede surgir son ilimitadas y ciertamente ésta, aunque no sea extremadamente original, consigue tener una voz y un pulso que puede reclamar como propios. Su título no es, de hecho, ninguna metáfora, sino un retrato preciso de lo que viene: los inquietantes peligros de nuestra existencia, muchas veces ignorados o dados por sentados sin razón de ser. Como responden los mexicanos cuando los occidentales les preguntan cómo es que no les da miedo alabar a los muertos durante su celebración tradicional: “No tengas miedo de los muertos, no pueden hacerte nada. En cambio, teme a los vivos, que son los que realmente pueden hacerte daño”.

Rating: 4 out of 5.

The Poltergeist se representa en el Arcola Theatre de Londres hasta el 29 de octubre. Las entradas están disponibles en este link.

Por Guillermo Názara

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