Dos polos opuestos de repente unidos por el mundo de la noche. La seducción y el juego son la clave de su atracción, pero pronto descubrirán que sus sentimientos encierran algo mucho más profundo y duradero. Guillermo Názara conversa con Eduardo de Tena y Alejandro San Martín, protagonistas de Love Song, el nuevo musical que durante este mes podremos ver en la Sala Azarte, basada en el desengaño, la ilusión… pero sobre todo, el amor.
Un empresario de éxito que carece de amor y de tiempo debido a una enfermedad terminal. Podría ser el argumento de un drama y sin embargo es comedia…
La verdad es que en nuestra compañía nos encanta mezclar ambos géneros; creemos que así la obra es más redonda. A algunos les llegarán más las bromas, mientras que otros conectarán con lo trágico. Es una montaña rusa que empieza de una forma muy cómica para que el público se relaje y no se espere el drama que vendrá a continuación. Nos gusta mucho jugar con los contrastes: puedes estar riéndote y de repente, empezar a llorar.
Los protagonistas son completamente opuestos el uno del otro. Son el alcohol y las drogas los que los unen…
Cuando Azul, el arquitecto, va a inaugurar su rascacielos, Peligro aprovecha para subirse a la azotea y llamar la atención de la gente fingiendo que se va a suicidar. Más tarde, Azul se lo encuentra en la discoteca en la que trabaja. Ahí comienza el juego de seducción: ¿quién jode a quién? Poco a poco, se irá desvelando…
¿Quién es Peligro?
Un chico que se siempre se ha tenido que buscar la vida. Cuando nació lo abandonaron en un contenedor de basura; después lo metieron en un orfanato y más tarde lo adoptaron. Pero aunque fueron maravillosos, su padre adoptivo murió en un accidente de coche y su madre no pudo soportarlo, por lo que se suicidó. Desde muy joven, se ha visto obligado a trabajar en la calle y en los bares. Precisamente es el dueño de uno de esos bares de quien se enamora por primera vez; pero este le hace tanto daño que Peligro decide que para él el amor no existe.
¿Y Azul?
Es un hombre adinerado obsesionado con la idea de que las recompensas provienen de los esfuerzos. De pequeño también se quedó huérfano: su padre falleció de cáncer y su madre murió de pena. Pero además, en este caso, él hereda esa enfermedad terminal. No obstante, su único objetivo es trabajar y terminar sus proyectos, incluso a sabiendas del poco tiempo que le queda.
De hecho, el argumento propone el amor como una enfermedad…
Lo que refleja es ese perfil de persona que cree que el amor no existe porque ha tenido una vida muy desgraciada; y como nunca lo ha encontrado (o cuando lo ha hecho, le ha herido mucho) está convencido de que es irreal. Pero lo que se demuestra es que el amor existe y que aparece de la forma más inesperada: tú no buscas el amor, sino que este te encuentra a ti. Hay mucha gente que tiene el prejuicio de que por voluntad propia nunca se van a enamorar, pero nunca sabes las vueltas que dará la vida; eso es exactamente lo que le ocurre a nuestros personajes.
La obra cuenta con un repertorio muy amplio de estilos teatrales: hablado, cabaret, stand-up comedy… Incluso interactuaréis con el público. ¿Podrá decidir el rumbo del argumento?
En ningún momento afecta a la narración. Por ejemplo, hay una subasta en la que los espectadores pujan para que Peligro les bese; ellos participan pero no altera la trama.
¿Ha habido algún número especialmente difícil de preparar?
El suicidio de Peligro. En esa escena el personaje acaba de inyectarse heroína y hay que contar lo que le está pasando a través de texto y canción. Mezclar todas esas emociones y hacer que se entiendan es muy complicado. Lo mismo ocurre cuando Azul le confiesa a Peligro que se está muriendo. Cuando cantas ese tema, es casi imposible no llorar: la garganta se cierra y es muy difícil llegar a algunas notas.
¿Por qué hay que venir a ver Love Song?
Porque es una obra que te hará entender que el amor es lo que le da sentido a todo; y aunque pasen muchas cosas malas en la sociedad, el amor nunca dejará de mover el mundo: permite que la gente se una, comparta y sea feliz. En este montaje no solo se ve eso, sino que se siente.
Por Guillermo Názara (@MrNazara)